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martes, 18 de agosto de 2015

El Proceso Espiritual

Dios escoge y planta la semilla

Dios es el sembrador por excelencia. Del montón de semillas, Él elige una en especial, la mira, ve algo en ella, tal vez, no sea tan perfecta, puede que sea muy pequeña en comparación con las demás, pero algo tiene y Dios lo ha visto, por eso la escoge y tiene fe en ella. Desde ese momento se inicia el proceso.

Él te da un Don

Después de haberte escogido y haber plantado su esencia en ti. Él te da un don, aunque no lo puedas ver, está en ti, solo que está latente. “Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo” 1 Corintios 12:4

Manifestación genuina de Dios

Cuando Dios decide que ha llegado el momento oportuno se manifiesta en tu vida y te muestra muchos aspectos que no conocías de Él. Comienzas a ver que no se trata de servirle por obligación, sino por amor y pasión, valorando aquel sacrificio que hizo en la cruz.

En lo pequeño, sé perseverante

El siguiente paso es crecer, avivar el don que te ha dado, pero ten en cuenta que eso no va ser de la noche a la mañana. La tendencia actual, es que la gente piensa en grande, eso no es malo. La parte negativa es que se olvidan de pensar en pequeñas acciones que los llevarán al logro de su meta.


El sueño es de Él

En 1 Juan 2:6 se menciona: “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo”. Jesús cumplió el sueño de su padre, nunca se priorizó a sí mismo, fue un auténtico abnegado, sirvió a los demás. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 1 Juan 3:16


Cuando llegue el momento aflorarás

Cuando Dios te muestre a través de los pensamientos, de la oración y de la lectura de su palabra, que es el momento de dar a conocer tu talento, ¡sal al mundo, aflora, exprésate!


La gloria es para Dios, no es para nosotros

Nunca se nos debe olvidar que nosotros somos servidores de Dios, somos secundarios, Él es el protagonista. A veces, debido al impacto que estamos generando, nos olvidamos que Él es el motor de nuestra misión y eso no debe ser así. En todo momento debemos considerarnos siervos y servidores de Dios. En 2 Corintios 4:5 dice: “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”. Así que en todo momento debemos considerarnos como siervos de Dios.

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